La matemática celestial


Existe una matemática simple e implacable que sirve para ajustar todo. Es la matemática en la que se basa el desarrollo del Gran Programa: La matemática celestial.
Fíjate; resulta que en esta matemática el cero es igual al infinito. ¿Cómo puede ser esto?
Para nosotros es incomprensible, pero, sin embargo, en la matemática celestial, lo es.
En la mente existe la matemática lógica, la clásica, la aristotélica, la del dos mas dos son cuatro; pero en la realidad, en la concepción general libre de impedimentos mentales existe otra matemática, la celestial, mágica y misteriosa, que rige todo ante nuestra incomprensión.
La matemática mental es lineal; en ella te mueves como un funambulista sobre un alambre tensado desde los dos opuestos: del cero al infinito, de lo bueno a lo malo, de lo feo a lo bonito, del negro al blanco, del todo a la nada... En la matemática celestial, sin embargo, no hay nada que tensar, nada que unir porque los opuestos no existen sino que son lo mismo: ¡el cero y el infinito están juntos, son lo mismo! No se trata de una línea sino de un círculo o una esfera donde el principio siempre es el fin de algo y viceversa.
La matemática mental se basa en la distinción, en la catalogación, en los paréntesis y los corchetes… Esto aquí, aquello allí, esto pertenece a este grupo, aquello a aquel otro... La matemática celestial, sin embargo, se basa en la sencillez del ser que siempre se mueve de un polo a otro de su ciclo inmerso en el gran burbujeo cósmico. Esto "es" y ya está. No existe la distinción.
En la matemática mental, al basarse en las diferencias, en las distinciones, se induce al juicio: esto es bonito y aquello feo, esto agradable y aquello desagradable, esto es bueno y aquello malo, esto sí y aquello no. El cero nos sugiere que es poco, que es la nada, que es feo, que es malo mientras que el infinito nos sugiere que es mucho, que es la totalidad, que es bonito, que es bueno. Y, por supuesto, totalmente diferente uno de otro en cualquiera de los opuestos.
En cambio, en la matemática celestial lo que rige es la fluidez, la flexibilidad, el dinamismo en el ser como continente y contenido, siempre relacionado con todo lo demás. Todo es cíclico: lo bello se vuelve feo, la vivo se muere, lo muerto se vuelve vida, lo feo se vuelve bello. No hay opuestos; sólo caras de una misma moneda que gira sin parar. Por eso, no existe la distinción, la diferencia, la clasificación. Esto “es” y ya está. No existe el prejuicio.
Para ejercitar la matemática celestial basta con observar la naturaleza; observa, por ejemplo, un hormiguero en su bullir cotidiano; o el caminar silencioso de las nubes por el cielo, o el vuelo aparentemente caótico de las golondrinas. Nada en ellos se basa en la lógica sino simplemente en la Vida, en el ser, en dejarse llevar por el Gran Programa..

Y...si una incansable hormiga, o una inanimada nube, o una inquieta golondrina sabe interpretar su brújula interna y comprender así la matemática celestial ¿no vamos a ser capaces nosotros?


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