Vivir



¡Ala, ya estás listo! Has nacido. Estás en el mundo y tienes que vivir.
Este podría ser el mensaje de bienvenida que nos dan cuando llegamos a nuestro mundo. La única obligación que se nos impone es esa: vivir. Nadie nace para otra cosa.
Si naces no lo haces para llegar a una meta; no. Naces para andar un camino: el camino de la vida. Vivir es simplemente eso: andar; andar sobre tu camino. Olvídate que tienes que alcanzar algo. Nada queda lejano y difícil, todo es cercano y sencillo. Es andar tu camino: eso es Vivir.
Tan cercano y sencillo que está en ti mismo, a tu alcance, dentro tuya. Basta con que aprendas a conocerte y ya estás en el camino. Tú eres la respuesta, tú eres la puerta, el mismo camino. Da un paso, y después otro, y otro, y otro... pero siempre hacia ti mismo. Eso es vivir: Dar pasos sencillos, cercanos y, sobre todo, conscientes; conscientes de que se orientan hacia ti mismo, hacia tu plenitud.
El que sea grande que se llene y el que sea pequeño también. No importa la cantidad, sino la plenitud. Si se nace así es porque se es necesario así. Un dedal lleno de agua es más pleno que un aljibe medio vacío aunque contenga muchos litros. Con lo que se tenga, se podrá hacer lo que se deba. Toma conciencia de esto. Nadie tiene defectos. El caballo de pura sangre árabe, la rosa roja del jardín que hay junto al río, el almendro que hay en la cañada, Antonio el vecino y Lucía la funcionaria, Pedrito el ciego y Laura la sorda, todos tienen lo que tienen que tener para poder hacer lo que deben hacer. Si no tuvieran lo que tienen que tener no habrían nacido.
Pero han nacido. Si se dejan llevar hacia sí mismos, todos descubrirán su destino único que les espera y para el que han nacido. Podrán surgir avatares que dificulten o impidan su caminar, pero todas estas incidencias, incluso la muerte, podrán afrontarlas mejor si tienen claro lo que son, cómo son y dónde están. Recuerda: El dedal lleno de agua es más pleno que el aljibe medio vacío.
Si se conocen, si se descubren y se sitúan correctamente en su entorno, sabrán dónde dirigir sus pasos para adentrarse más en su territorio único, en su plenitud. Esa es la grandeza de la diversidad. Podremos ser igual de plenos siendo diferentes. Si todo fuera igual, si todos obedeciéramos a un modelo impuesto por considerarlo perfecto, todo sería aburrido y moribundo porque la variedad permite la grandeza de las individualidades.
Tan grande, tan inmenso como lo que somos cada uno: un universo; un universo único e irrepetible, ¿te parece poco? Por eso, nunca te sientas ni menos ni más que nadie y, por la misma razón, nunca envidies ni menosprecies a nadie. Tú eres tú, nada más, y nada menos, diferente a todos. Y los demás son ellos, nada más y nada menos, diferentes unos de otros... Pero todos, tú y ellos, atados fuertemente unos con otros formando parte del Todo.
En realidad somos Universos que se interrelacionan para constituir otros universos superiores en una espiral de final inalcanzable.
Sitúate en esta catarata para poder desarrollar la conciencia de tus pasos en el aquí y ahora de tu plenitud, en el aquí y ahora de tu verdadera naturaleza. Eso es vivir. Tú sólo vive para ser pleno en ti mismo que para eso has nacido. Observa y obsérvate. Observa siempre.
Observa a tu alrededor para descubrir el río de la creación, de la vida, de la historia. Observa. Desarrolla tu espíritu crítico y hazte tu propio líder. No caigas en la comodidad del grupo que sigue las directrices de alguien. Tu camino es único, como tú eres único. Nadie puede andarlo por ti. Nadie puede comerse un plátano por ti y, por tanto, nadie puede decirte a qué sabe. Tú cómete “tu” plátano y así podrás saber a qué sabe.
Pero no por eso debes dejar de escuchar a otros; ellos también son parte de ti y tal vez su mensaje sea tu propia voz interior. Tú escucha siempre, observa siempre, a todos los que te rodean, sin definirte en exclusividad con ninguno de ellos, pero no despreciando nunca la posibilidad de que puedan aconsejarte algo interesante para tu propio camino de plenitud.
Pero, recuerda, tu plátano te lo comes tú.
Si observas el exterior podrás comprenderte mejor. Porque el universo exterior es una representación palpable de tu universo interior, de ti mismo. Y viceversa. Si descubres algo en ti, también podrás encontrarlo fuera de ti.
Estas similitudes entre lo exterior y lo interior a ti, pronto te inducirá a experimentar la esencia de que no existen las partes separadas del todo, sino el Todo contenido en las partes que, a su vez, constituyen el Todo. Aquí el intelecto no llega ¿verdad?; no es capaz de llegar. Sólo con el intelecto nunca podrás comprender esto, será necesario recurrir a la concentración, a la meditación, a la observación desnuda de tu propio ser.

Eso es vivir: andar siempre atentos para captar las llamadas internas que señalen nuestro camino: la razón de ser de nuestra existencia.

Vivir es andar el camino que te marque tu brújula interna.

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